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Sidi Kaouki, morabito y surf

Sidi Kaouki, una playa salvaje de arena fina, es conocido sobre todo por su morabito al que da nombre y que atrae a la gente por su baraka. Situada a menos de 30 kilómetros al sur de Esaúira es también desde inicios del siglo XXI un referente en los deportes de surf que recibe a miles de visitantes extranjeros.

Las poblaciones de los pequeños pueblos, douars, cercanos aún acuden allí para implorar la baraka del morabito, mientras observan un ritual y tradición ancestral: en cada nacimiento acuden allí a hacer una ofrenda, sacrificar una oveja y cortar por primera vez el pelo a los niños pequeños esperando así tener la bendición del santo.

Un moussem anual celebrado en agosto reunía a los bereberes de la región en torno al santo pero fue reemplazado por un festival de canciones y folclore con fantasías organizado por una ONG local.

La presencia del morabito tiene al menos tres siglos. "De cualquier manera, heredamos la tutela de este lugar de padres a hijos, y hacemos todo lo posible para mantenerlo limpio y en buen estado", señala uno de los guías locales.

Hay varias versiones sobre la figura de Sidi Kaouki, según unos fue un veterinario que salvó al ganado de una epidemia de peste que devastó la región.Otra versión afirma que Kaouki es el epónimo de un douar ubicado en las cercanías de la ciudad de Safi.

La más aceptada es la que apunta a que Sidi Kaouki "habría venido hace 400 años del Golfo Pérsico y se habría asentado en este lugar que ahora lleva su nombre. El musulmán que llegó con un Corán en la mano se ganó rápidamente la confianza de los habitantes que le habían construido esta casa junto al mar", y que, tras su muerte, se transformó en un morabito.

Este edificio blanco, con unas partes ocre, junto a la playa, ocupa un lugar importante en la vida de los habitantes. Una escalera de caracol exterior de unos veinte escalones conduce a una pequeña terraza donde el visitante puede apreciar, en todo su esplendor, el Océano Atlántico y las olas muriendo sobre las dunas de arena.

En la sala funeraria con techo abovedado, se encuentra la tumba del difunto envuelta en un paño rojo y verde. Acuden mujeres, esperando una cura para su esterilidad.

Desierta hasta la década de 1970, y por casualidad de su peregrinación bohemia, unos hippies descubrieron esta playa, de más de dos kilómetros, pero no fue hasta la década de 2000 que su reputación ganó terreno en Marruecos e internacionalmente.

Ahora atrae principalmente por sus olas a los amantes de los deportes acuáticos, el surf, windsurf y kitesurf, gracias a los vientos alisios que soplan durante la mayor parte del año en esta parte del Océano Atlántico.

Así florecieron posadas, hoteles, pensiones y campings, y la localidad, de apenas unos 4.500 habitantes, ganó reputación turística en Marruecos y en el extranjero.

Algunos folletos que circulan en los hoteles de la turística Esaúira lo recomiendan como un destino que no debe perderse. En general acuden franceses, italianos, alemanes, españoles, australianos y otros, que pasan unas horas del día o más de un día.

Hace unos años se dio a conocer la problemática de los residuos en la zona, con vertederos incontrolados, debido a la presión turística, revelando así la amenaza que pesa sobre la biodiversidad de la playa. Sin embargo, grupos locales, como la Asociación Sidi Kaouki para el Medio Ambiente y el Desarrollo Turístico, están tratando de remediar este problema sensibilizando y pidiendo inversiones.

Texto: Jesús Cabaleiro